Por: Dr. Luis J. Rivera, Psiquatra
Red de Proveedores de MCS y Director Médico FHC
La vida en Puerto Rico cambió el 15 de marzo del 2020. Luego del primer caso positivo de COVID-19, las
medidas para reducir el contagio con el virus SARS-CoV-2 han producido una gran carga en todos los
profesionales de la clase médica. El área de servicios de cuidado de salud se ha visto impactada, pues se
trabaja con nuevos métodos tecnológicos para manejar pacientes, reducción de personal, mitos sobre la
pandemia, el riesgo de exposición al virus y con pacientes cuya salud física y mental se han deteriorado.
Aunque estos cambios fueron más abrumadores en el 2020, aún permanecen y el adaptarse a la nueva normalidad
resulta agotador.
El proveer servicios médicos en oficinas, hospitales y otros escenarios durante una
pandemia convierte la labor del médico en una titánica, pero ¿se puede lidiar con todo esto y seguir
ofreciendo salud? El COVID-19 ha provocado desgaste o “burnout” en muchos profesionales. Este desgaste no es
una enfermedad psiquiátrica, pero tampoco es un problema trivial, pues puede deteriorar la condición física
y mental, crear vulnerabilidades en la práctica y hasta errores éticos. No obstante, se puede mitigar
mediante el autoconocimiento y el autocuidado personal y profesional.
El primer paso para el autocuidado es
identificar el agotamiento. Una vez se reconoce, se pueden llevar a cabo actividades de cuidado personal
tales como ejercicio regular, higiene del sueño, dieta saludable, tiempo para la familia y amigos,
manifestación de creatividad, compromiso con la vida religiosa o espiritual y tiempo en la naturaleza. Para
el cuidado profesional, se puede participar en grupos de estudio de colegas, iniciativas para mejorar la
organización, actividades de formación de equipo y otras interacciones relacionadas con la especialidad
médica que se ejerce.
Otro elemento importante es hacer del entorno de trabajo uno más acogedor. Actividades
como educar sobre autoconocimiento de desgaste, separar tiempo para reflexiones, aprender y enseñar
destrezas técnicas, establecer programas de mentoría, oportunidades para socializar en el trabajo y revisar
el volumen de tareas son sumamente efectivas. Además, también ayuda el tener una agenda detallada del día
que incluya tiempo de reposo, comida, imprevistos y asuntos personales e identificar los días y horas de
mayor productividad para organizar las tareas de acuerdo al estilo de trabajo y funcionamiento. El organizar
las citas según el manejo requerido para cada tipo de paciente (ej. nuevos, seguimiento, etc.) también es
una herramienta útil para maximizar las horas productivas sin afectar la calidad de servicio y el bienestar.
De tener que manejar pacientes con necesidades de salud mental, es importante proveer sensación de
seguridad, calma, esperanza, atención y compasión y adaptar la comunicación a su nivel de conocimiento,
reconociendo sus prioridades y preferencias. Se debe referir a un profesional de salud mental si es
necesario, reconociendo que no todo paciente necesita un psiquiatra y que los psicólogos pueden atender
muchas de las condiciones de salud mental en conjunto con un médico no psiquiatra que supervise la
medicación.
El tema del “burnout” o desgaste en los médicos es uno que ha tomado auge en los últimos años.
Sin embargo, las estrategias que se usan para manejarlo ya son conocidas y recomendadas. El reto es hacer
las paces con no tener el control de todo para poder evitar el desgaste. Resolver problemas es parte del
adiestramiento y de la práctica médica y muchas soluciones están al alcance de las experiencias y
conocimientos adquiridos. La clave es hacer una pausa, evaluar el ritmo de vida personal y profesional y
consultar un colega si se necesita.