Por: Jorge L. Santana, MD, FIDSA
Profesor de Medicina e Infectología
Director-Investigador
Universidad de Puerto Rico, Escuela de Medicina
Diciembre 2025
La hepatitis C (HCV) es una infección viral que, de no tratarse, puede lentamente evolucionar a cirrosis, hepatocarcinoma y fallo renal, entre otras complicaciones. En las últimas dos décadas, con la llegada de antivirales de acción directa (AAD), se ha transformado el pronóstico y ha acercado a la comunidad global al objetivo de eliminación. Esta es definida por la OMS como una reducción del 90% en la incidencia de infección y una reducción del 65% en la mortalidad para 2030, con al menos un 90% de personas diagnosticadas y tratadas.
A pesar de estos avances, persisten otros retos que dificultan la eliminación de la hepatitis C a nivel mundial. Todavía encontramos obstáculos por subgrupos poblacionales y lograr identificarlos apropiadamente pudiese avanzar los pasos hacia la eliminación. La carga global de HCV ha disminuido respecto a años anteriores gracias a la disponibilidad de AAD de alta eficacia, seguridad y tolerabilidad. Sin embargo, la prevalencia y la incidencia siguen siendo desiguales entre regiones y poblaciones, siendo las poblaciones con mayor riesgo y menor acceso a diagnóstico y tratamiento una proporción significativa de casos no tratados.
La eliminación o control efectivo de la HCV es factible en términos clínicos, pero requiere intensificar esfuerzos en diagnóstico, acceso al tratamiento y prevención de nuevas infecciones.
El subdiagnóstico sigue siendo un obstáculo, ya que hasta un 40% de las personas con HCV no saben que están infectadas. La detección tardía con pruebas de cernimiento inconsistentes en poblaciones con mayor riesgo como cohortes específicas con barreras, tales como personas que usan sustancias, pacientes con comorbilidades (HIV, coinfecciones), adultos mayores y poblaciones vulnerables, presentan retos en adherencia y manejo de comorbilidades (personas usuarias de sustancias inyectables pacientes en tratamiento ambulatorio de bajo costo, migrantes y personas en sistema de corrección o prisiones).
La falta o limitación de una vigilancia epidemiológica robusta, debilita la capacidad de identificar brotes, evaluar el impacto de intervenciones y ajustar políticas apropiadas. Además, la desigualdad geográfica, el acceso limitado a AAD en países de ingresos bajos y medianos, altos costos, cadenas de suministro y políticas de salud, condicionan la disponibilidad de tratamientos. Estos factores, sumados a las reglas para aprobar procesos y medicamentos, pueden demorar el inicio del tratamiento. No podemos olvidar que la estigmatización y marginación que conlleva el diagnóstico asociado a la hepatitis C puede reducir la demanda de pruebas y tratamiento y esto conlleva una disminución en la prevención de nuevas infecciones. Existe, además, en términos de salud pública, una necesidad de ampliar pruebas en entornos de alto riesgo, programas de intercambio de agujas, tratamiento de la dependencia y vacunación para hepatitis A y B, cuando sea pertinente. Desafortunadamente, este es un renglón que históricamente ha tenido limitaciones, ya que los fondos o programas federales no subsidian ni endosan dicha práctica.
Por otro lado, estamos conscientes que, en otros países, la hepatitis C compite con otras prioridades en el sistema de salud pública, en especial en aquellos sistemas donde existen recursos limitados. En Puerto Rico, la realidad es distinta, ya que en nuestro sistema de salud pública afortunadamente tenemos los recursos y programas dirigidos para el control y eliminación de la HCV, incluyendo los planes médicos que colaboran para lograr esta gesta, estamos a un paso de lograrlo con el apoyo y la acción sociopolítica necesaria.
La eliminación de la hepatitis C es alcanzable desde la perspectiva clínica gracias a los antivirales pan genotípicos de acción directa, pero depende de la eliminación de barreras estructurales como acceso y disponibilidad desigual, diagnóstico insuficiente de pruebas de anticuerpos serológicos no confirmadas, tratamiento y limitaciones en la prevención y vigilancia. Los enfoques de cuidado integrado que combinen cernimiento, tratamiento accesible, atención centrada en el paciente y sostenibilidad de los sistemas de salud son esenciales para el control y eliminación de la hepatitis C y acercarse a la meta de la OMS para 2030. La colaboración entre gobiernos, comunidades, ONG y sector privado será determinante para lograr una eliminación global realmente efectiva.