Dedicar la vida a cuidar de otros es una hazaña admirable y, para el médico, este es un compromiso diario que puede impactar su calidad de vida, incluyendo su salud mental. El burnout o síndrome de quemazón es cada vez más frecuente entre la comunidad médica e impacta no solo al profesional de la salud, sino también a su familia, equipo de trabajo, colegas, pacientes y al sistema de salud en general. La Academia Americana de Médicos de Familia define el burnout como un síndrome psicológico que surge como respuesta a factores de estrés crónicos en el trabajo generando agotamiento abrumador, sentimientos de cinismo, desapego hacia el trabajo y sensación de ineficacia y falta de logro. Por su parte, la Asociación Médica Americana señala que, en 2023, el 48% de los médicos informaron haber experimentado al menos un síntoma de burnout, mostrando una reducción en comparación con el 2022 donde se reportó un 53%. Los emergenciólogos, obstetras, pediatras y médicos de familia son los profesionales con más alta incidencia de este síndrome. Los proveedores que reportan más casos son el grupo de 45-54 años y las mujeres. Al indagar sobre cómo los médicos manejan el burnout, un 79% reporta que no está recibiendo ayuda profesional para manejarlo. Según datos de la misma asociación, se estima que el burnout le cuesta al sistema de salud de los Estados Unidos $4,600 millones al año y por cada médico que abandona su puesto debido a esto, el costo para el sistema es de entre $500 mil hasta $1 millón, o incluso más, según la especialidad. Aunque no contamos con investigaciones en Puerto Rico que traten específicamente sobre el tema del burnout, estudios realizados en la Isla sobre el impacto del COVID-19 en los profesionales de la salud, incluyendo médicos, personal de enfermería y otros respondedores de primera línea, señalan un impacto psicológico que incluye síntomas asociados al burnout en más de un 60% de los profesionales mencionados anteriormente. La visión de cuidar a otros sin reconocer sus propias necesidades y la preocupación por perder su licencia pueden provocar que los médicos no admitan síntomas relacionados con el burnout, depresión, ideas suicidas u otras afecciones relacionadas a la salud mental. Señales de alerta Falta de motivación Dudas sobre su capacidad como médico Dificultad para afrontar el estrés de la vida diaria Insomnio Aislamiento Preocupación o rumiación excesiva (pensamientos negativos constantes) Ansiedad Irritabilidad Fatiga Dificultad para concentrarse o recordar cosas Dolores de cabeza Factores que contribuyen Factores externos Factores internos Procesos administrativos Falta de compromiso de los pacientes con sus tratamientos Cantidad de horas trabajadas Falta de compensación Interacción con herramientas tecnológicas Regulaciones Cuestionamientos de los pacientes sobre el cuidado que reciben, entre otros Expectativas elevadas Perfeccionismo Necesidad de reconocimiento Necesidad de complacer a otros suprimiendo sus propias necesidades Sobre confianza para manejar retos Valoración del trabajo como la actividad más importante, sustituyendo la vida social Investigaciones señalan que el burnout puede impactar al proveedor y a su práctica clínica. Esto puede verse como disminución de satisfacción en el trabajo, pérdida de interés, tardanzas, falta de compromiso con los pacientes, abuso de alcohol y otras sustancias, negatividad y enojo. Afecta, además, las relaciones interpersonales y de pareja provocando rupturas y divorcios. Tiene un impacto también en la calidad de cuidado y la satisfacción del paciente, llevando a errores de juicio y medicación, demandas y gastos asociados. Buscar estrategias para manejar el burnout es necesario, pues no es posible cuidar a otros sin cuidarse. Para cuidar la salud física y mental aplique las siguientes recomendaciones: Enfóquese en las relaciones: priorice su relación con su pareja, familia, amigos y colegas. Cultive su espiritualidad: nutra su espiritualidad a través de prácticas religiosas o espirituales. Maneje su actitud hacia el trabajo: encuentre significado y satisfacción en el trabajo. Maneje el tiempo que le dedica a su práctica y evalúe aquellos aspectos que no le satisfagan y elimínelos, si es posible. Reduzca la carga de trabajo administrativo: evalúe procesos que puedan quitarle tiempo y utilice la tecnología para facilitar tareas. Si fuera necesario, contrate personal adicional para apoyarlo y delegue tareas. Practique el autocuidado: disfrute de algún pasatiempo, tome su periodo de vacaciones, haga ejercicio, cuide su alimentación, mantenga un peso saludable, duerma y haga su cuidado médico preventivo regularmente. Cuide su salud mental: practique técnicas para el manejo de estrés, como la meditación, y reciba consejería profesional. El autocuidado es clave para mantener su estado de salud en óptimas condiciones. Incluya como prioridad cuidar de su salud física y mental y construya una red de apoyo que lo respalde. Manténgase pendiente a nuestros próximos artículos sobre este tema, donde brindaremos herramientas y recomendaciones para la identificación y manejo efectivo de este síndrome.